
Cuando creí que ya lo había visto todo, el béisbol cubano vuelve a sorprenderme… para mal. Hoy no voy a hablar del pobre desempeño de nuestra selección Sub-18 en el Campeonato Mundial de Béisbol, donde ni siquiera logramos avanzar a la súper ronda y ahora nos encontramos compitiendo en el repechaje por los puestos del 7 al 12. Tampoco pretendo explayarme sobre la apretada y poco convincente victoria (4×3) frente a una escuadra alemana que conectó más imparables que la tropa dirigida por el tunero Abeisy Pantoja.
Hoy quiero centrarme en una imagen que vi durante la transmisión por Internet y que, sinceramente, me dejó sin palabras: el guante de uno de los lanzadores relevistas cubanos. Sí, el guante. En un campeonato mundial, representando a nuestro país, un joven subió al montículo con un implemento en condiciones tan deplorables que parecía sacado de un museo de antigüedades… o de un solar habanero.
¿Un amuleto o una negligencia?
Por un momento quise pensar que se trataba de un amuleto personal, quizás con algún significado religioso o emocional. Pero la realidad me golpeó con fuerza: ese guante estaba viejo, maltratado, deshilachado… completamente inaceptable para el nivel de competencia en el que se encontraba.
La escena me transportó a mi niñez, cuando el béisbol era mi vida y mi viejo guante zurdo sobrevivía gracias a los remiendos y nudos improvisados. Pero eso era en un barrio, en un terreno polvoriento, no en un torneo internacional.

Una mancha para el prestigio… y para Mizuno
Como si no bastara, el guante en cuestión era de la marca Mizuno, lo que añade otra capa de gravedad al asunto. ¿Se ha pensado en la implicación de imagen para una marca reconocida a nivel mundial? ¿Se imaginan las consecuencias de una posible demanda o sanción por este tipo de exposición negativa?
No se trata solo de estética o de imagen institucional, se trata de respeto. Respeto por el jugador, por el rival, por el torneo, por la camiseta que se representa y, sobre todo, por el pueblo cubano, que sigue viendo en el béisbol una fuente de identidad nacional, incluso en medio de las dificultades.
¿Dónde están los recursos?
Este lamentable suceso reabre una vieja herida: ¿a dónde va el dinero que recibe la Federación Cubana de Béisbol por las contrataciones de peloteros en el extranjero y las colaboraciones técnicas? ¿Es posible que no haya recursos para garantizar a cada atleta un módulo básico, decente y digno para representar a su país en un campeonato mundial?
Si el objetivo era ofrecer al mundo una imagen de precariedad, lo lograron con creces. Mostraron exactamente lo que no deberían: falta de planificación, dejadez institucional y, lo más grave, una pérdida absoluta del sentido de la dignidad deportiva.
La derrota más dolorosa
Sabemos que los tiempos dorados de nuestro deporte nacional quedaron atrás. Que ya no somos la potencia que fuimos. Pero hay derrotas que van más allá del marcador. Hay derrotas que nos duelen más. Esta es una de ellas. Porque no se trata solo de perder un juego, sino de perder el respeto ante el mundo.
Y se puede perder todo en esta vida… todo, menos la DIGNIDAD.
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