Desde hace un tiempo, circulan en medios alternativos y redes sociales rumores disfrazados de esperanza, intentos desesperados por sostener una narrativa que ya no se sostiene: la ilusión de que la Serie Nacional de Béisbol puede renacer como en sus mejores tiempos. Una vez más, se alimentan mentiras con ribetes de verdad para mantener en vilo a los soñadores, a los que todavía creen que el torneo insignia del béisbol cubano puede recuperar la dignidad que le fue arrebatada hace años.
Ahora, el nuevo argumento es que peloteros emigrados —quienes abandonaron el país en busca de un futuro más justo para su talento, sabiendo bien las consecuencias que eso implicaría— desean regresar a jugar en la Serie Nacional. Una narrativa basada, casi en su totalidad, en suposiciones, chismes y manipulaciones. Una estrategia conocida del sistema y de aquellos que, por conveniencia o ceguera, aún lo respaldan.
El caso Henry Quintero: mito y realidad
En Camagüey, ha comenzado a circular el rumor de que Henry Quintero no será parte del equipo dirigido por el nuevo mentor de los Toros de la Llanura, Vicyohandri Odelín. Incluso, algunos han salido a criticar abiertamente la decisión del timonel. Pero, ¿qué hay de cierto en esto?
Henry Quintero, quien en su momento firmó un contrato con los Bravos de Atlanta en el sistema de ligas menores y no superó el nivel A, lleva más de cinco años sin jugar pelota organizada ni participar en una liga competitiva. Su forma física y deportiva ya no es la de antes, y probablemente existan otras razones de peso que dificultan su inclusión en el plantel. Según fuentes cercanas al equipo, Odelín no lo tiene en sus planes para la próxima temporada, decisión que debe evaluarse con objetividad y no con la superficialidad del fanático desinformado que repite todo lo que escucha sin cuestionar.
Aclaro: no existe animadversión hacia Quintero. Le deseo sinceramente que, si desea regresar al béisbol, pueda hacerlo. Pero no se puede construir un proyecto serio a base de sentimentalismo ni fantasías.
El regreso de Norge Luis Ruiz: otro globo inflado
Y como si no bastara con una «guayaba», ahora algunos titulares hablan del supuesto regreso de Norge Luis Ruiz al conjunto camagüeyano. Esta vez me tomé el trabajo de hacer la tarea. Una fuente confiable logró contactar directamente con el propio «Ciclón de Rubirosa», quien desmintió rotundamente la especulación. Actualmente, Norge Luis está firmado con los Leones del Escogido en la Liga Dominicana para la temporada invernal. Aunque reconoce que su recta ya no tiene el mismo fuego de antaño, se siente competitivo y en condiciones de rendir en ese nivel.
Sus palabras fueron claras: aún entrena de forma privada y podría darnos alguna que otra grata sorpresa. Pero no, no está en sus planes volver a la Serie Nacional, y mucho menos a vestir la franela de Camagüey en estos momentos.
¿Quién infla estos globos?
La pregunta lógica es: ¿quién está detrás de esta maquinaria de rumores? ¿Con qué intención? En lugar de alimentar esperanzas infundadas, bien podrían dedicarse a organizar eventos infantiles o fiestas de cumpleaños, donde al menos su capacidad de invención sería utilizada con profesionalismo.
Sabemos que al cubano le gustan las bolas, el chisme y el amarillismo. Sabemos también que en redes sociales eso es lo que vende: “likes”, seguidores y otras vanidades digitales. Pero detrás de ese circo, se esconde una intención más peligrosa: salvar a toda costa una Serie Nacional que ya no representa ni el nivel ni el espíritu del béisbol cubano que una vez nos hizo vibrar.
El oficialismo ya se hace el de la «vista gorda». Quién sabe, quizá mañana veamos jugar en el Latino a los mismos que fueron tildados de traidores, pero ahora con la bendición de «su señoría». La manipulación, como en otros tiempos, quiere vestir de redención lo que no es más que oportunismo disfrazado.
Sentido común, no sirenas
Quien verdaderamente ama la pelota cubana no se presta para estas cursilerías. Ya fuimos testigos del caso de Ignacio Jiménez, aquel español que vino a «liberar a Cuba» y que terminó siendo un charlatán, probablemente un agente de opinión fabricado por la propia Seguridad del Estado. No sigamos alimentando personajes de esa calaña. No nos dejemos manipular.
El camino del béisbol cubano no puede seguir pavimentado con guayabas podridas ni mentiras con patas cortas. Que el sentido común sea el guía. Que la verdad, incluso cuando incomoda, sea el primer paso para devolverle al béisbol cubano la pasión y el respeto que merece.
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